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He descubierto el arte del pestañeo, porque sí es todo un arte. Uno pensaría que pestañear es sencillo cerrar y abrir el párpado superior y listo, ya está, un pestañeo, pues no, porque si abres y cierras sin más lo que pasa es que tu ojo se relaja, y descansa y el cuerpo extraño que tienes dentro de tu ojo pasa a ser parte de tí y se integra en tu ojo y ya no molesta, pero claro si tienes los ojos cerrados, ¿qué importa si llevas lentillas, gafas o nada? Pues ahí está el quid de la cuestión, hay que pestañear con la lentilla puesta para que se recoloque, y de paso se humedezca el globo ocular y así resulte cómodo llevarla.

Así que sin haberlo pensado he descubierto el secreto que enamora a mi amiga, se enamoró de su marido por el pestañeo, que anda que no hemos echado risas con esto, pues mira que suerte, igual ahora mi marido se enamora al cuadrado de mí por mis pestañeos, tendré que procurar pestañear cuando esté cerca...

Porque aunque yo sé que mis ojos ganan mucho con las lágrimas, es evidente brillan más, la nariz roja no ayuda a tener mejor apariencia, así pues, las lágrimas se descartan como método de enamoramiento al cuadrado, pero mira por donde ha aparecido el pestañeo.

Las que no lleváis gafas, no os preocupéis, también podéis pestañear a gusto, basta con que trabajéis delante de un ordenador, como se nos olvida pestañear delante de la pantallita de marras, pues lo mejor es usar lágrimas artificiales, porque claro trabajar llorando pues definitivamente no, así que esas ampollitas estupendas individuales vienen como anillo al dedo, creo que deberían inventar algo que nos recuerde cada pocos milisegundos que tenemos que pestañear.