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Aquella mañana algo la indujo a levantarse antes de lo habitual. Procuró no hacer ruido para que su pareja no se despertase, se puso una bata sobre su piel y se encaminó hacia el jardín. El rocío del amanecer jugaba con las hojas del césped y bañaba sus pies con un perfume fresco y limpio. Su perro levantó una oreja y sin prestar atención a la intrusa que de repente había aparecido justo a la orilla del lago donde las hojas de los sauces llorones se bañaban, continuó durmiendo. La luz del amanecer bañaba el jardín con una sombra de magia que inducía a soñar, a levantar la cara hacia los incipientes rayos del sol y dejarse llevar por ellos lejos, donde todo fuera nuevo y la vida mereciese ser redescubierta de nuevo.

Sí, había tomado una buena decisión un cambio de vida es lo que necesitaba. Hoy firmaría la excedencia y reconduciría su vida había que encontrar nuevos retos y nuevos motivos para que la vida mereciese la pena ser vivida.



No, no me voy, ni me cambio de trabajo, esto no es más que un pequeño ejercicio de escritura mientras espero que se haga la hora de salir y coger mi autobús hacia mi casa y los míos.

Buenos días chicas.