Todos llevamos dentro una pequeña decepción que sentimos como un pequeño fracaso, yo sí tengo, de hecho tengo varias pero la que más lamento es no haber conseguido interesar a mi hija por la lectura.
Lo he intentado, sigo intentándolo, pero rara vez consigo algo. Mira que yo en cada viaje, en su mochila le pongo un librito para que en el tren lo saque y lo lea, pero he de luchar contra el titán de la informática y las películas y series y el libro suele volver a casa tal cual lo he puesto, a veces dice: ¡Ah! el libro, fulanito o zutanita lo vió en la mesa y lo pilló.
Bueno al menos alguien lo lee.
Otras veces, cuando soy yo quien la visita, me llevo alguna sorpresa y de pronto entre su general desorden encuentro un libro de historia y entonces se ríe y dice: Ya sabes que siempre me ha gustado la historia.
Y una siente que después de todo igual no ha fracasado completamente, algo lee, además de los apuntes claro, y se va con cara de satisfacción de la visita, obviando el desorden generalizado porque después de todo ¡mi hija, lee!