Este año, entre otras cosas, me regalaron un llamador de ángeles, me hizo mucha ilusión porque los había estado admirando y como han de regalártelo no me lo compré. Hay una leyenda y un ritual acerca de como usar el llamador, yo directamente lo llevo colgado y no voy a entrar en si creo o no creo, ni en si existen o no existen, sólo sé que me gusta como suena, que cuando camino o cada vez que me muevo trabajando el sonido me relaja. No sé si el angel está conmigo, yo más bien creo que tengo una corte para mí solita, porque cada vez que un ser querido desaparece de mi vida aparece a mi lado.
Cuenta la leyenda, que hace miles de años un grupo de duendes buenos tuvieron que huir del bosque donde vivían en busca de un lugar alejado del peligro que les acechaba. Pero gracias a su amistad con los ángeles, éstos les obsequiaron con un colgante con una bola que tenía dentro unas pequeñas campanillas como símbolo de protección.
Los ángeles les dijeron que cuando se sintieran en peligro o desprotegidos, agitaran la bola y al oír las campanillas los ángeles acudirían en su ayuda.
Sólo pusieron una condición, que era de uso personal y nunca podrían prestarlos, porque si lo hacían, la magia desaparecería y su protección con ella. Los duendes llamaron a esta bola “llamadores de Ángeles”.
A veces al amanecer, cuando no sabemos con certeza si estamos dormidos o despiertos, o a la hora del crepúsculo cuando las sombras nos hacen dudar de nuestros sentidos, adivinamos invisibles presencias, susurros, aleteos, risas contenidas, y hasta puede rozar nuestra mejilla algo que no podemos definir. Son los ángeles: vienen y van, escuchando nuestros secretos y susurrándonos melodías.
El sonido que desprende el llamador de Angeles atrae a las energías angélicas para que puedas sentir su protección, apoyo y amor a tu lado.
Coloque la bola llamador de ángeles en su mano derecha.
Siéntese a meditar en silencio.
Realizando un pequeño movimiento convóquelos emitiendo un suave sonido con la bola, hable con ellos, pregúnteles y anote las respuestas.
Relájese y confíe en lo primero que le venga a la mente.
Este es un acto de fé y confianza.
Por supuesto como dije es una leyenda, pero sirve para sentirse protegido.