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Empieza la época de las bodas, en cuanto la primavera asoma por la puerta llegan hasta nosotros las bodas y con ellas he de ponerme las pilas para preparar las que tengo que celebrar. Aunque esta palabra no sería la adecuada si yo no celebrase realmente que estas parejas deciden dar un paso mas en su relación y unirse legalmente.

Estaba yo respondiendo un email al respecto de la boda de unas parejas y explicándoles en él en qué consistía una boda civil, y en las partes que son obligatorias e inamovibles, cuando he rememorado la última boda que hice el año pasado, el sol, la música, ésta era una ceremonia pequeñita en acompañamiento pero grande en sentimientos, eran catalanes, se me escapa por qué optaron por el Castillo, supongo que algún recuerdo grato les traería, en esta ceremonia la música la puso un cd, y comparaba yo con otra de unos amigos en la que el novio emocionado, es un amigo de toda la vida, y después de mucho tiempo encontró pareja y celebramos, y bien que la celebramos, una ceremonia preciosa, con un cuarteto de cámara que vistió las piedras del castillo con su música, a mi mente llegan fundidos los sonidos de la música con la piedra y el verde de la hiedra que pusieron para decorar.

Días antes tuve otra boda en la que la novia era un terremoto, no sé si eran los nervios, no sé si es que ella era realmente así, él, un catalán, comedido, callado, y ella una terremoto madrileña con ascendencia altoaragonesa, cuando hicieron sus votos, y él le dijo: "...estamos aquí, en tu castillo..." mi corazón dió un vuelco y se indignó, ¿cómo que su castillo? si ella no es de Loarre, el castillo es nuestro, pero enseguida me dí cuenta de mi error, el castillo es de todos y para uso y disfrute de todos aquellos que sientan que sus murallas significan algo para ellos.

Todo esto viene a cuento de que sea el tipo de boda que sea, hasta el momento todas siguen un mismo patrón, novios, jóvenes, mayores, altos o bajos, guapos o feos, todos se emocionan y miran a sus novias como si no hubiera otra mujer en el mundo. Ellas, guapísimas todas, con trajes espectaculares, nerviosas y emocionadas, mirando a todas partes para que todo esté perfecto, suelen mirar a su padre con adoración y como si se despidieran de ellos, es curioso, los padres también suelen dejar escapar la lagrimilla cuando miran a sus hijas. Las madres controlan, controlan que todo vaya bien, y en el caso de la madre del varón, miran a estos también con adoración, despidiéndose en silencio de ellos. Es lo que yo veo desde la distancia.

Hasta el momento ninguna de las parejas "mías" ha pedido el divorcio.

La parte negativa es que he de llevar una agenda con las fechas de las bodas y ajustar mi vida a la de los demás, esto no me gusta mucho, pero cuando uno decide trabajar para su pueblo es lo que pasa, que tu vida privada pasa a un segundo lugar. Por otra parte es agradable sentirte por un momento partícipe de la felicidad de los demás, y compartirla por unos minutos entre flores, besos y música.

Buenos días chicas