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Una no está acostumbrada, y no lo lleva nada bien, la verdad. Algunas pensareis que es una estupidez pero no lo es en absoluto.

Veamos, yo, tengo ya mis años, no soy una niña y cuando yo era niña, adolescente, que también lo fui, a veces pienso si no lo sigo siendo todavía, pues era la más alta, en el pueblo lo era sin lugar a dudas, en el cole era de la altas y jugaba de pivot, eso era hace mil años, y aquí está el meollo de la cuestión, que nunca he tenido que mirar a nadie para arriba, como mucho unos centímetros escasos. Pues esto ha cambiado.

No, no, mi marido sigue siendo el mismo, y no ha crecido de la noche a la mañana sigue llevándome unos centímetros de diferencia, lo justo para poder llevar tacón sin sobrepasarle, así que por ese lado no viene el problema. El problema es el jefe, que es supermegaalto y claro cada vez que hablamos acabo con un dolor de cervicales impresionante, y es que yo habitualmente llevo zapatos, sandalias o botas planas para venir a trabajar, pero voy a tener que plantearme tener unos tacones en el armario del trabajo para evitar tener que mirar para arriba cuando me llame o yo tenga algo que decirle. Claro que si miro para arriba el cuello realiza un estiramiento que igual favorece que las arrugas no salgan, digo yo ¿eh? y entonces obtendría un beneficio añadido.

De todos modos ahora entiendo porqué mi amiga C. tiene tanto amor a sus tacones, así evita tener que mirar para arriba continuamente. En cambio estoy pensando en mi amiga T. que siempre tiene que mirar para arriba ya lleve tacones o no, porque es más bien bajita, no obstante no tiene problemas cervicales que yo sepa.

Otro factor añadido que me m olesta en esto de mirar hacia arriba es que pierdes el factor de estar a la misma altura y una que no agacha la cabeza ni aunque se la corten, la verdad es que en determinados momentos podría tener problemas, y no estoy hablando del trabajo precisamente, que aquí ya se sabe ¡quien manda, manda!. Desde luego si mi pareja tuviera mucha altura debería usar tacones hasta para estar por casa, por aquello de mantener la relación de igual a igual.

Buenos días chicas.

Pd.: mi compi, la rubia, ésa rubia, ha dicho que va a dejar de incordiar a las otras compis y me va a incordiar a mí como vuelva a engordar, pues como dice el dicho ¡Virgencita, virgencita, que me quede como estoy! porque si me chincha, me encuentra.
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